De la plazuela de Huanta a la plazuela de Lima. A 48 años de los sucesos en Huanta-Ayacucho.
¡Viva la histórica huelga del SUTEP!
''Dura fue la lucha, como duras son todas las batallas entre el pueblo y el ejército''
A más de dos meses de iniciada la huelga del magisterio, nos viene a la mente las heroicas vidas que se perdieron en la atmósfera serrana saturada de pólvora, gases y gritos sobre la tierra ayacuchana de Huanta en el 69. Nos viene a la mente, no por accidente, ni menos aún por capricho; nos viene a la mente porque los hombres de esta tierra también defendieron, por sobre la arremetida marcial y los anhelos escisionista del oportunismo, la gratuidad de la enseñanza. Hoy el magisterio defiende eso.
Fines de la década del 60; año de esplendor del gobierno militar ‘’revolucionario’’ y a puertas de la famosa Reforma Agraria, se aprueba el Decreto Supremo 006 en un periodo de matrícula para el año lectivo en las escuelas del nivel secundario. Este decreto, que sacó a relucir la entraña obscura del llamado gobierno ‘’revolucionario’’, contemplaba la imposición de pagos obligatorios de S/100 mensuales a estudiantes que desaprobaran algún curso, así este haya sido subsanado en el periodo vacacional. Es decir, verbigracia, si yo, como estudiante, desapruebo el curso de matemática; y así lo recupere en las vacaciones, tendría que pagar S/100 mensuales por este mismo curso en todo el año escolar. Esto, naturalmente, trajo como consecuencia inmediata la deserción escolar en grandes proporciones. Y se expresó, inicial y precisamente con la disminución de un 30% de matriculados a nivel nacional. Pero también trajo otra consecuencia; una realmente hermosa. Trajo el inicio de un cataclismo que auguraba en las profundidades de su seno, los gérmenes de la más incontenible marea destinada a desgarrar el corazón de este viejo mundo. Ayacucho vio en los rincones de sus calles polvorientas, en la plaza histórica de su capital, es sus colegios rurales y capitalinos, en su precolombina universidad con la etiqueta de un santo y el espíritu de su legítimo pueblo y por entre los latifundios y las parcelas y los ganados de los melancólicos hombres del ande, desbordarse el caudal de estudiantes, campesinos, obreros, comerciantes, maestros, y todo el pueblo capitaneado por el Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho (F.D.P.A) bajo el incandescente grito de su demanda: Derogatoria del Decreto Supremo 006 que suprime la gratuidad de la educación. Y es el pueblo de Huanta; y es precisamente en ‘’la plazuela de Huanta’’ donde este proceso encuentra su desembocadura. La gendarmería, bajo el nombre de ‘’sinchis’’, acribillan al pueblo huantino. Veinte muertos según datos oficiales. Más de cien según los testimonios. Muchos desaparecido y otros tantos heridos a muerte. Decenas de detenidos. Este hecho quedó grabado eternamente en la composición de Ricardo Dolorier, en la canción ‘’Flor de retama’’; este hecho arrancó las investiduras populistas de gobierno ‘’revolucionario’’ y mostró su verdadera naturaleza: fascismo. Pero este acontecimiento, ante todo, desarrolló un clima de esperanza; encrespó las aspiraciones del pueblo y reafirmó a sus hijos en la lucha.
Hoy el magisterio defiende lo que defendieron los estudiantes, los campesinos y todo el pueblo de Ayacucho en el 69. Lo hacen como se debe hacer; como la única forma de hacerlo: en las calles. Y en esta larga jornada, los maestros van comprendiendo que no es suficiente una demanda inmediata; que hace falta una demanda histórica. Que no basta el estado de ánimo; que hace falta pasar a un estado de consciencia. En esta misma jornada se van perfilando de a poco, en el fragor del combate y el fuego de la lucha, los cuadros y los directores de una gesta que ha quedado pendiente en nuestra historia. Se van forjando en su lucha contra el oportunismo de una cúpula de parásitos -CEN Sutep – Patria Roja-; en su lucha contra los intereses caudillistas y conciliadores; y sobre todo, en su lucha contra este Estado y sus políticas educativas antipopulares.
Ahora, ¿qué exige el magisterio? Esta pregunta nos cae a flor de labios y tiene una respuesta contundente. Pero antes recordemos algo; en el 2012, se aprueba una Reforma Salarial aplicada para la Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. Esta consistía en el aumento progresivo del salario de estas dos instituciones en cinco tramos. Ambas instituciones recibirían el último tramo programado para el próximo diciembre; no obstante, hace unas cuantas semanas atrás, el congreso de la república aprueba un Proyecto de Ley que agiliza este proceso de aumento salarial y es reprogramado para el mes octubre del presente año; es decir, más de un año antes de lo inicialmente programado. ‘’Oficiales de las Fuerzas Armadas y la PNP ganarán desde S/ 4,304 mensuales hasta S/12,973; mientras que los suboficiales recibirán desde S/ 3,676 al mes hasta S/5,168’’*. Ahora vemos que no es gratuita la convicción con la que estos gendarmes golpean a los maestros; disparan a los campesinos; pisotean a los obreros y arrestan a los estudiantes. Son bien remunerados; y por lo tanto, cumplen bien su función: sostener este viejo orden. Empero, el estado, hace caso omiso a la exigencia del aumento del piso salarial para el magisterio. Y todo el aparato mediático, saca a relucir - con el objeto de deslegitimar - esta exigencia presentándola como la única exigencia. Dicen, ‘’los profesores tan solo exigen ganar más de cuatro mil soles’’. Sin embargo, este es solo un punto más de su pliego de reclamos; el magisterio exige también la derogatoria de la Ley de Reforma Magisterial y su modificatoria, ley que avala el despido de los mismos a través de las evaluaciones punitivas, y exigen, ante todo, el aumento del presupuesto al sector educación en un 10% del PBI. Hay más puntos en su plataforma reivindicativa; no obstante son estas las que mayor énfasis han cobrado a través de sus propios medios y medios independientes. Hoy, el magisterio, más cohesionado que nunca; depurado del oportunismo; levanta una consigna unánime que expresa la medular exigencia de su plataforma: defender la educación pública y gratuita. Y desde la otra trinchera; la opulencia uniformada con cadenas en el cuello, sobre caballos y tanquetas, empieza a abrir fuego. El termómetro del pueblo estalla, enfebrecido de indignación ya no puede más. Heroicos gritos de solidaridad se escuchan desde las universidades, desde los colegios, desde los mercados, los barrios, las iglesias, las fábricas, el campo y desde los más remotos confines de esta tierra. Las estrechas calles y las amplias carreteras de Lima empiezan a sacudirse; se ve el humo miserable; se escuchan los gritos de auxilio; y la intermitente luz de los perros ilumina el dolor del pueblo, les revelan la naturaleza de este orden. El camino se va forjando en la lucha; así lo está comprendiendo el magisterio. El movimiento estudiantil, endeble, paranoico, aún no lo comprende. Aún queda una larga jornada que no puede ser desacredita. Y sin embargo el estudiante hoy se va contagiando gradualmente del espíritu del magisterio. Brotan elementos renovadores y ‘’la sola existencia de una minoría volitiva, que quiere y exige una renovación, anuncia el despertar de todo el cuerpo (del estudiantado)’’ **.
*Veáse La República: ‘’Militares y policías recibirán aumento del último y quinto tramo en octubre’’ http://larepublica.pe/impresa/politica/813957-militares-y-policias-recibiran-aumento-del-ultimo-y-quinto-tramo-en-octubre
**MARIÀTEGUI, José Carlos. ‘’El nuevo espíritu y la escuela’’, Lima, 29 de mayo de 1925.